Banda de Möbius
Semanario monotemático de análisis y opinión... Porque la Resistencia y la Política somos y la hacemos tod@s
sábado, octubre 07, 2006
“Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.”
Martin Niemoller
Oaxaca Libre
Entre el dolor y la Esperanza
Adelfo Regino Montes
Entre el dolor y la Esperanza
Adelfo Regino Montes
Oaxaca, nuestro estado libre y soberano, tal como fue definido por el movimiento de la Independencia en el año de 1823, como en algunos otros momentos de su historia, está al borde de una guerra civil. Esta dolorosa situación es producto de las agresiones e injusticias a que hemos sido sometidos diversos sectores de la sociedad oaxaqueña, en particular los pueblos indígenas, por un régimen político y económico que ha privilegiado sus propios intereses, muy por encima de los reclamos y las aspiraciones comunes de las mayorías.
No debería ser así. Ningún pueblo, ninguna sociedad, busca por deseo espontáneo el levantamiento o la confrontación con las autoridades establecidas. Pero la indignación y el hartazgo contra las sistemáticas injusticias de las autoridades permiten, incluso justifican, la necesidad de una rebeldía, civil y pacífica, como ahora lo estamos viendo y viviendo en Oaxaca.
Antes del recordado 14 de junio, fecha en que la policía del gobierno estatal intentó desalojar a los maestros del zócalo capitalino, las calles del Centro Histórico eran permeadas por las demandas magisteriales, en particular el tema de la rezonificación, como parte de la rutina anual del magisterio democrático oaxaqueño. Con el intento de desalojo, el gobierno estatal mostró su verdadero rostro de violencia, tal como impunemente lo han venido haciendo en nuestros pueblos indígenas para tratar de acallar las demandas de autonomía y justicia.
Ante este hecho atroz, los habitantes de la ciudad y del campo salieron de sus casas para decir no a la violencia. La violencia oficial e impune fue la gota que derramó el vaso en un contexto de agravios acumulados. Fue la violencia el talón de Aquiles de un gobierno que se dedicó a promover el encono y la confrontación entre hermanos y pueblos. Así fue como ellos mismos crearon el escenario de ingobernabilidad que ahora parece ahogarnos a todos.
Desde entonces en Oaxaca hay la suficiente claridad para decir que ninguna persona puede usar la violencia, sea verbal o física, como método de gobierno. Y quien quiera usarla se descalifica a sí mismo como gobernante. Y este es quizá el argumento más contundente para que el gobernante oaxaqueño que haya recurrido a la violencia renuncie al poder que ya no tiene, o en su caso intervengan las autoridades federales, en particular el Senado de la República, para que declare la desaparición de los poderes estatales y nombre un gobierno provisional. Lo anterior no como una condición, sino en ejercicio de un derecho ciudadano y en atención a las responsabilidades que la Constitución señala.
Sin embargo, los oaxaqueños no debemos quedarnos sólo con la destitución del gobernante en mención. Como atinadamente lo ha propuesto un numeroso colectivo de autoridades indígenas y representantes de organizaciones de la sociedad civil que participan en la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca, hace falta un nuevo pacto social, que refleje las demandas y las aspiraciones de los diversos sectores y pueblos de Oaxaca y reconstruya el tejido social que hasta ahora ha sido dañado por el régimen político y jurídico imperante.
Fundados en este nuevo pacto social, debería revisarse la ya muy gastada y rebasada normatividad jurídica oaxaqueña, para dar paso a una nueva Constitución y a nuevas leyes que rijan la vida colectiva, en un marco de respeto a la pluralidad y a la diversidad que caracteriza nuestra entidad. En este contexto habría que instituir una nueva forma de gobierno, tal como lo establece el artículo 27 de la actual Constitución del estado, y sobre todo revisar la relación con la Federación, tomando en cuenta que muchos de los cambios que se demandan requieren de transformaciones en el ámbito nacional.
Frente a la intransigencia y la represión que peligrosamente se han desatado en Oaxaca, el método para hacer posible este nuevo pacto social es el diálogo. No hace falta más derramamiento de sangre, ni más confrontación con el otro, para entender que se necesita una verdadera voluntad política de diálogo que vaya más allá de la demagogia. Este diálogo, a fin de que no esté sujeto a los vaivenes de las partes, necesita ser regulado por unas normas mínimas, que determinen las bases, la agenda, la metodología y los procedimientos necesarios para atender de manera justa y digna las demandas y aspiraciones de los oaxaqueños. Particular atención habrá que prestar a los mecanismos de seguimiento y exigibilidad de los acuerdos pactados, a fin de que no queden, como ha sucedido en otros casos, en el incumplimiento por alguna de las partes.
Paradójicamente, pese al momento difícil en el que estamos ahora, en Oaxaca se pueden estar poniendo los primeros cimientos hacia la construcción de un nuevo país. México vive momentos cruciales en que no bastan los cambios superficiales, sino que se requieren transformaciones sustantivas que trasciendan las cuestiones coyunturales y atiendan de manera profunda las justas exigencias de democracia, libertad y justicia que estamos planteando diversos sectores y pueblos. En esta lucha, todos estamos llamados a aportar nuestro grano de arena, y los oaxaqueños tenemos la esperanza de que las semillas que ahora estamos sembrando sirvan para que el día de mañana México tenga un nuevo amanecer.
* Abogado mixe especialista en derecho indígena, integrante de Servicios del Pueblo Mixe
Que renuncie el gobernador
Octavio Rodríguez Araujo
Setenta y tres por ciento de la población de Oaxaca vive con un ingreso inferior a seis dólares diarios. De 570 municipios, cerca de 460 carecen de drenaje, agua potable, pavimentación y otros servicios necesarios para una vida digna. Gran número de oaxaqueños pertenecientes a unas 15 etnias vive en discriminación permanente desde siempre, especialmente en las ciudades. Por si no fuera suficiente, buena parte de los fondos para salud, educación y apoyos al campo se pierde, por corrupción y rapiña, en los organismos gubernamentales encargados de su administración. La emigración a Estados Unidos, provocada por la falta de oportunidades en la entidad, hace que ésta ocupe uno de los tres primeros lugares exportadores de mano de obra del país (alrededor de un cuarto de millón de personas anual).
Según los datos consultados, el turismo es una de las principales fuentes de riqueza del estado, pero no todos los pueblos son turísticos, sólo unos cuantos. Y, además, es una actividad concentrada en muy pocas manos. Las industrias productivas son escasas, y los comercios forman parte, señaladamente, de la estadística de las microempresas y de la economía informal.
La educación carece de infraestructura adecuada incluso en la ciudad capital, la desnutrición de centenas de miles de niños la hace todavía más deficiente. Los profesores, gracias a la desconcentración acordada por Salinas con Elba Esther Gordillo, son de los peor pagados del país y sus condiciones de trabajo en la compleja geografía de ese estado son, como bien se sabe, de las más difíciles. Estos profesores, a través de la sección 22 del SNTE, habían negociado ciertos apoyos con gobiernos anteriores, pero con el gobierno de Ulises Ruiz fueron suspendidos. Ahí se prendió la mecha de uno de los movimientos más grandes de Oaxaca, pues los profesores (70 mil) tienen la simpatía de amplios sectores de la población, particularmente de los más pobres. Con éstos se formó la APPO (Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca). El movimiento se inició el 22 de mayo de este año con un paro de labores indefinido. Un millón 300 mil alumnos, de 20 mil escuelas, se quedaron sin clases. La razón, sencilla: el gobierno no sólo no atendía sus demandas, sino que no quiso instalar una mesa de diálogo y negociaciones. ¿Y cuál era la principal demanda? La reasignación de la zona en términos de salarios, ya que el turismo había encarecido la vida sin que los ingresos mejoraran.
En lugar de negociar, Ulises Ruiz reprimió el movimiento con lujo de violencia (14 de junio en la madrugada), resultando 92 heridos, algunos de gravedad. Ruiz solicitó a Gobernación la intervención de la Policía Federal Preventiva. El argumento: que había armas de uso exclusivo del ejército y que el dirigente magisterial había pertenecido a una organización armada. Todo inventado por el inepto gobernador. De aquí que las originales demandas económicas se convirtieran en políticas: que renuncie el gobernador. En la gran marcha del 16 de junio (la tercera en dos semanas), formada por más de 200 mil personas (para el gobierno del estado fueron 17 mil), fue el inicio del movimiento popular en el que, por lo menos en apariencia, la sección 22 del SNTE ha sido rebasada por momentos, pues se han sumado organizaciones y personas de muy diversas posiciones políticas y experiencias de lucha.
La indiferencia y la impericia del gobierno estatal y del federal ante los movimientos populares hicieron crecer el de Oaxaca. Otros factores enturbiaron las posibilidades de solución, si acaso existió la intención de encontrarla y llevarla a cabo: las elecciones federales del 2 de julio y los compromisos que tanto el gobierno federal como su candidato hicieron con el PRI para "ganar" la Presidencia. La consigna de los priístas en Oaxaca (como en otros estados) -no deberá olvidarse- fue votar por Calderón para la Presidencia de la República. La posición del PRI y de sus legisladores, tanto locales como federales, es de defensa de su gobernador, ya que nuevas elecciones no les favorecerían. Y Calderón, por su lado, necesita a los priístas no sólo para gobernar, sino incluso para poder tomar posesión como presidente.
A mucha gente se le olvida que los movimientos sociales no surgen por generación espontánea. Ocurren porque el poder y sus instituciones no los toman en cuenta y porque tienen un profundo desprecio por el pueblo. No sé con exactitud qué ocurrirá para cuando este artículo aparezca, pero cualquier solución de fuerza será contraproducente. En Oaxaca el pueblo, en mayoría, cuenta con organización y no doblará las manos. Quienes creen, como lo han dicho, que el problema es muy complejo, no han entendido nada. Fue el necio e inepto gobernador el que lo hizo difícil y más grande de como empezó. Deberá renunciar.
Setenta y tres por ciento de la población de Oaxaca vive con un ingreso inferior a seis dólares diarios. De 570 municipios, cerca de 460 carecen de drenaje, agua potable, pavimentación y otros servicios necesarios para una vida digna. Gran número de oaxaqueños pertenecientes a unas 15 etnias vive en discriminación permanente desde siempre, especialmente en las ciudades. Por si no fuera suficiente, buena parte de los fondos para salud, educación y apoyos al campo se pierde, por corrupción y rapiña, en los organismos gubernamentales encargados de su administración. La emigración a Estados Unidos, provocada por la falta de oportunidades en la entidad, hace que ésta ocupe uno de los tres primeros lugares exportadores de mano de obra del país (alrededor de un cuarto de millón de personas anual).
Según los datos consultados, el turismo es una de las principales fuentes de riqueza del estado, pero no todos los pueblos son turísticos, sólo unos cuantos. Y, además, es una actividad concentrada en muy pocas manos. Las industrias productivas son escasas, y los comercios forman parte, señaladamente, de la estadística de las microempresas y de la economía informal.
La educación carece de infraestructura adecuada incluso en la ciudad capital, la desnutrición de centenas de miles de niños la hace todavía más deficiente. Los profesores, gracias a la desconcentración acordada por Salinas con Elba Esther Gordillo, son de los peor pagados del país y sus condiciones de trabajo en la compleja geografía de ese estado son, como bien se sabe, de las más difíciles. Estos profesores, a través de la sección 22 del SNTE, habían negociado ciertos apoyos con gobiernos anteriores, pero con el gobierno de Ulises Ruiz fueron suspendidos. Ahí se prendió la mecha de uno de los movimientos más grandes de Oaxaca, pues los profesores (70 mil) tienen la simpatía de amplios sectores de la población, particularmente de los más pobres. Con éstos se formó la APPO (Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca). El movimiento se inició el 22 de mayo de este año con un paro de labores indefinido. Un millón 300 mil alumnos, de 20 mil escuelas, se quedaron sin clases. La razón, sencilla: el gobierno no sólo no atendía sus demandas, sino que no quiso instalar una mesa de diálogo y negociaciones. ¿Y cuál era la principal demanda? La reasignación de la zona en términos de salarios, ya que el turismo había encarecido la vida sin que los ingresos mejoraran.
En lugar de negociar, Ulises Ruiz reprimió el movimiento con lujo de violencia (14 de junio en la madrugada), resultando 92 heridos, algunos de gravedad. Ruiz solicitó a Gobernación la intervención de la Policía Federal Preventiva. El argumento: que había armas de uso exclusivo del ejército y que el dirigente magisterial había pertenecido a una organización armada. Todo inventado por el inepto gobernador. De aquí que las originales demandas económicas se convirtieran en políticas: que renuncie el gobernador. En la gran marcha del 16 de junio (la tercera en dos semanas), formada por más de 200 mil personas (para el gobierno del estado fueron 17 mil), fue el inicio del movimiento popular en el que, por lo menos en apariencia, la sección 22 del SNTE ha sido rebasada por momentos, pues se han sumado organizaciones y personas de muy diversas posiciones políticas y experiencias de lucha.
La indiferencia y la impericia del gobierno estatal y del federal ante los movimientos populares hicieron crecer el de Oaxaca. Otros factores enturbiaron las posibilidades de solución, si acaso existió la intención de encontrarla y llevarla a cabo: las elecciones federales del 2 de julio y los compromisos que tanto el gobierno federal como su candidato hicieron con el PRI para "ganar" la Presidencia. La consigna de los priístas en Oaxaca (como en otros estados) -no deberá olvidarse- fue votar por Calderón para la Presidencia de la República. La posición del PRI y de sus legisladores, tanto locales como federales, es de defensa de su gobernador, ya que nuevas elecciones no les favorecerían. Y Calderón, por su lado, necesita a los priístas no sólo para gobernar, sino incluso para poder tomar posesión como presidente.
A mucha gente se le olvida que los movimientos sociales no surgen por generación espontánea. Ocurren porque el poder y sus instituciones no los toman en cuenta y porque tienen un profundo desprecio por el pueblo. No sé con exactitud qué ocurrirá para cuando este artículo aparezca, pero cualquier solución de fuerza será contraproducente. En Oaxaca el pueblo, en mayoría, cuenta con organización y no doblará las manos. Quienes creen, como lo han dicho, que el problema es muy complejo, no han entendido nada. Fue el necio e inepto gobernador el que lo hizo difícil y más grande de como empezó. Deberá renunciar.
Oaxaca, magisterio y lucha armada
Luis Hernández Navarro
La Jornada
Arde Oaxaca. Grupos de paramilitares y policías disparan contra la población indefensa. Los ciudadanos responden levantando barricadas, tomando radiodifusoras y bloqueando carreteras. Con poca imaginación, el desgobierno estatal explica los hechos recurriendo al guión de siempre: advierten que la inconformidad ciudadana es sólo una fachada de organizaciones armadas.
Lizbeth Caña, procuradora general de Justicia de Oaxaca, informó a la prensa nacional que las acciones de protesta del movimiento popular que exige la renuncia del gobernador Ulises Ruiz son "actos de guerrilla urbana y subversivos". Y Enrique Jackson, senador del Partido Revolucionario Institucional (PRI) señaló que es evidente la presencia de grupo armados. La acusación tiene como antecedente el reiterado intento de las autoridades estatales de asociar a los dirigentes magisteriales de la entidad con grupos violentos.
Poco importa que los muertos pertenezcan a la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO). A la procuradora le tiene sin cuidado que la violencia física haya provenido invariablemente de las policías locales y de los grupos de porros y pistoleros al servicio del PRI en la entidad.
Suponer que el movimiento oaxaqueño ha sido organizado por un grupo político-militar es una insensatez. No hay organización partidaria ni político-militar en México capaz de facilitar o conducir un levantamiento como el oaxaqueño.
En la protesta convergen centenares de organizaciones sociales, comunidades indígenas, grupos ciudadanos y organizaciones políticas con un objetivo central: la desaparición de poderes en la entidad. La sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) fue, en sus inicios, la columna vertebral que estructuró el movimiento. Pero, ahora, a pesar de su enorme importancia numérica y de su capacidad de convocatoria y movilización, es una isla más en el archipiélago anti Ulises Ruiz.
Desde su constitución como una tendencia sindical democrática hace 26 años, dentro de la sección 22 participan maestros de las más diversas corrientes políticas. Afirmar que grupos radicales se han infiltrado en el magisterio oaxaqueño es una estupidez. Los profesores que integran esas organizaciones han estado allí desde 1980, fecha en la que se expulsa a los líderes charros de la conducción del gremio.
Los trabajadores de la educación de Oaxaca tienen una larga historia de relación con organizaciones campesinas e indígenas. En una sociedad con un peso tan importante del mundo rural como es Oaxaca, los maestros funcionan a menudo como los intelectuales orgánicos de la comunidad. Su conocimiento del español y de los vericuetos de las instituciones los convierte, con mucha frecuencia, en gestores de los problemas de los poblados. Todos los partidos políticos obtienen del magisterio cuadros políticos.
Ciertamente, en los últimos años la relación entre profesores y padres de familia en Oaxaca se había deteriorado. En algunos casos, el ausentismo y la falta de compromiso profesional alejaron a los maestros de las comunidades. En otros, la falta de respeto a las dinámicas de la vida indígena enfrentaron a unos y a otros. Pero ese desgaste en la relación se solucionó cuando el magisterio enarboló la demanda de destituir a Ulises Ruiz. Eran tantos y tan profundos los agravios del mandatario hacia los pueblos, que éstos encontraron en la movilización magisterial la vía para deshacerse de él.
La vinculación del magisterio democrático con los sectores populares, trascendiendo la mera solidaridad, tiene dos antecedentes históricos: la escuela socialista y el maestro rural formado durante el cardenismo. Un informe de la época señalaba: "los maestros han formado en el pueblo mexicano una fuerte conciencia de la trascendencia social que tienen las disposiciones de nacionalización de los ferrocarriles, reparto ejidal de la zona henequenera en Yucatán, expropiación de los bienes de las compañías petroleras" (Memorias 1938, vol. 1. Informe de la Oficina Técnica de Escuelas Rurales).
El lazo con las luchas sociales se mantuvo vivo en el corazón mismo del sistema de formación de mentores: las escuelas normales, y más en concreto, en la versión rural de éstas. A las Normales Rurales (ahora en desaparición) asisten los hijos de los campesinos con la esperanza de cultivarse y adquirir una profesión. Mientras estudian tienen que sobrevivir con una beca miserable. Origen de clase, dieta raquítica y formación política se convierten, con frecuencia, en votos de compromiso y lucha a favor de las causas populares. Aunque muchos egresados son absorbidos por la vida "institucional", otros se mantienen en la brega.
Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, los legendarios guerrilleros guerrerenses que organizaron levantamientos armados contra el gobierno mexicano, fueron maestros. No han sido los únicos profesores que han participado en movimientos armados, pero suponer que tienen la capacidad de conducir un movimiento tan masivo, complejo y plural como es el de la sección 22 del magisterio o el de la APPO es un absurdo.
Ciertamente, las guerrillas y la resistencia armada han estado presentes en Oaxaca desde hace décadas. La sublevación mixe en contra del cacicazgo de Luis Rodríguez en 1959, las acciones del Güero Medrano en Playa Vicente y la ofensiva del Ejército Popular Revolucionario (EPR) hace 10 años en Huatulco, Tlaxiaco y la ciudad de Oaxaca son algunos de los incidentes más conocidos de esta resistencia.
Sin negar la existencia de esta realidad, la actual lucha oaxaqueña responde a otras motivaciones y dinámicas. No hay organización armada ni partido político capaz de estimular la autorganización ciudadana autónoma que existe en la entidad, y que es su sello distintivo. Como ha señalado el especialista Jorge Lofredo, la dinámica actual del conflicto es política y no militar. Amenazar con el fantasma de las guerrillas es un intento por deslegitimar una genuina protesta popular que la torpeza gubernamental ha transformado en algo muy cercano a un levantamiento
La Jornada
Arde Oaxaca. Grupos de paramilitares y policías disparan contra la población indefensa. Los ciudadanos responden levantando barricadas, tomando radiodifusoras y bloqueando carreteras. Con poca imaginación, el desgobierno estatal explica los hechos recurriendo al guión de siempre: advierten que la inconformidad ciudadana es sólo una fachada de organizaciones armadas.
Lizbeth Caña, procuradora general de Justicia de Oaxaca, informó a la prensa nacional que las acciones de protesta del movimiento popular que exige la renuncia del gobernador Ulises Ruiz son "actos de guerrilla urbana y subversivos". Y Enrique Jackson, senador del Partido Revolucionario Institucional (PRI) señaló que es evidente la presencia de grupo armados. La acusación tiene como antecedente el reiterado intento de las autoridades estatales de asociar a los dirigentes magisteriales de la entidad con grupos violentos.
Poco importa que los muertos pertenezcan a la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO). A la procuradora le tiene sin cuidado que la violencia física haya provenido invariablemente de las policías locales y de los grupos de porros y pistoleros al servicio del PRI en la entidad.
Suponer que el movimiento oaxaqueño ha sido organizado por un grupo político-militar es una insensatez. No hay organización partidaria ni político-militar en México capaz de facilitar o conducir un levantamiento como el oaxaqueño.
En la protesta convergen centenares de organizaciones sociales, comunidades indígenas, grupos ciudadanos y organizaciones políticas con un objetivo central: la desaparición de poderes en la entidad. La sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) fue, en sus inicios, la columna vertebral que estructuró el movimiento. Pero, ahora, a pesar de su enorme importancia numérica y de su capacidad de convocatoria y movilización, es una isla más en el archipiélago anti Ulises Ruiz.
Desde su constitución como una tendencia sindical democrática hace 26 años, dentro de la sección 22 participan maestros de las más diversas corrientes políticas. Afirmar que grupos radicales se han infiltrado en el magisterio oaxaqueño es una estupidez. Los profesores que integran esas organizaciones han estado allí desde 1980, fecha en la que se expulsa a los líderes charros de la conducción del gremio.
Los trabajadores de la educación de Oaxaca tienen una larga historia de relación con organizaciones campesinas e indígenas. En una sociedad con un peso tan importante del mundo rural como es Oaxaca, los maestros funcionan a menudo como los intelectuales orgánicos de la comunidad. Su conocimiento del español y de los vericuetos de las instituciones los convierte, con mucha frecuencia, en gestores de los problemas de los poblados. Todos los partidos políticos obtienen del magisterio cuadros políticos.
Ciertamente, en los últimos años la relación entre profesores y padres de familia en Oaxaca se había deteriorado. En algunos casos, el ausentismo y la falta de compromiso profesional alejaron a los maestros de las comunidades. En otros, la falta de respeto a las dinámicas de la vida indígena enfrentaron a unos y a otros. Pero ese desgaste en la relación se solucionó cuando el magisterio enarboló la demanda de destituir a Ulises Ruiz. Eran tantos y tan profundos los agravios del mandatario hacia los pueblos, que éstos encontraron en la movilización magisterial la vía para deshacerse de él.
La vinculación del magisterio democrático con los sectores populares, trascendiendo la mera solidaridad, tiene dos antecedentes históricos: la escuela socialista y el maestro rural formado durante el cardenismo. Un informe de la época señalaba: "los maestros han formado en el pueblo mexicano una fuerte conciencia de la trascendencia social que tienen las disposiciones de nacionalización de los ferrocarriles, reparto ejidal de la zona henequenera en Yucatán, expropiación de los bienes de las compañías petroleras" (Memorias 1938, vol. 1. Informe de la Oficina Técnica de Escuelas Rurales).
El lazo con las luchas sociales se mantuvo vivo en el corazón mismo del sistema de formación de mentores: las escuelas normales, y más en concreto, en la versión rural de éstas. A las Normales Rurales (ahora en desaparición) asisten los hijos de los campesinos con la esperanza de cultivarse y adquirir una profesión. Mientras estudian tienen que sobrevivir con una beca miserable. Origen de clase, dieta raquítica y formación política se convierten, con frecuencia, en votos de compromiso y lucha a favor de las causas populares. Aunque muchos egresados son absorbidos por la vida "institucional", otros se mantienen en la brega.
Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, los legendarios guerrilleros guerrerenses que organizaron levantamientos armados contra el gobierno mexicano, fueron maestros. No han sido los únicos profesores que han participado en movimientos armados, pero suponer que tienen la capacidad de conducir un movimiento tan masivo, complejo y plural como es el de la sección 22 del magisterio o el de la APPO es un absurdo.
Ciertamente, las guerrillas y la resistencia armada han estado presentes en Oaxaca desde hace décadas. La sublevación mixe en contra del cacicazgo de Luis Rodríguez en 1959, las acciones del Güero Medrano en Playa Vicente y la ofensiva del Ejército Popular Revolucionario (EPR) hace 10 años en Huatulco, Tlaxiaco y la ciudad de Oaxaca son algunos de los incidentes más conocidos de esta resistencia.
Sin negar la existencia de esta realidad, la actual lucha oaxaqueña responde a otras motivaciones y dinámicas. No hay organización armada ni partido político capaz de estimular la autorganización ciudadana autónoma que existe en la entidad, y que es su sello distintivo. Como ha señalado el especialista Jorge Lofredo, la dinámica actual del conflicto es política y no militar. Amenazar con el fantasma de las guerrillas es un intento por deslegitimar una genuina protesta popular que la torpeza gubernamental ha transformado en algo muy cercano a un levantamiento
El concepto de poder en Foucault
Aquiles Chiu Amparan
Es importante acuñar una noción de poder que no haga exclusiva referencia al gubernativo, sino que contenga la multiplicidad de poderes que se ejercen en la esfera social, los cuales se pueden definir como poder social. En La verdad y las formas jurídicas, Foucault es más claro que en otros textos en su definición del poder; habla del subpoder, de "una trama de poder microscópico, capilar", que no es el poder político ni los aparatos de Estado ni el de una clase privilegiada, sino el conjunto de pequeños poderes e instituciones situadas en un nivel más bajo. No existe un poder; en la sociedad se dan múltiples relaciones de autoridad situadas en distintos niveles, apoyándose mutuamente y manifestándose de manera sutil. Uno de los grandes problemas que se deben afrontar cuando se produzca una revolución es el que no persistan las actuales relaciones de poder. El llamado de atención de Foucault va en sentido de analizarlas a niveles microscópicos.
Para el autor de La microfísica del poder, el análisis de este fenómeno sólo se ha efectuado a partir de dos relaciones: 1) Contrato - opresión, de tipo jurídico, con fundamento en la legitimidad o ilegitimidad del poder, y 2) Dominación - represión, presentada en términos de lucha - sumisión. El problema del poder no se puede reducir al de la soberanía, ya que entre hombre y mujer, alumno y maestro y al interior de una familia existen relaciones de autoridad que no son proyección directa del poder soberano, sino más bien condicionantes que posibilitan el funcionamiento de ese poder, son el sustrato sobre el cual se afianza. "El hombre no es el representante del Estado para la mujer. Para que el Estado funcione como funciona es necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de dominación bien especificas que tienen su configuración propia y su relativa autonomía".
El poder se construye y funciona a partir de otros poderes, de los efectos de éstos, independientes del proceso económico. Las relaciones de poder se encuentran estrechamente ligadas a las familiares, sexuales, productivas; íntimamente enlazadas y desempeñando un papel de condicionante y condicionado. En el análisis del fenómeno del poder no se debe partir del centro y descender, sino más bien realizar un análisis ascendente, a partir de los "mecanismos infinitesimales", que poseen su propia historia, técnica y táctica, y observar cómo estos procedimientos han sido colonizados, utilizados, transformados, doblegados por formas de dominación global y mecanismos más generales.
En Los intelectuales y el poder, Foucault argumenta que después de mayo de 1958, los intelectuales han descubierto que las masas no tienen necesidad de ellos para conocer --saben mucho más--, pero existe un sistema de dominación que obstaculiza, prohibe, invalida ese discurso y el conocimiento. Poder que no sólo se encuentra en las instancias superiores de censura sino en toda la sociedad. La idea de que los intelectuales son los agentes de la "conciencia" y del discurso forma parte de ese sistema de poder. El papel del intelectual no residiría en situarse adelante de las masas, sino en luchar en contra de las formas de poder allí, donde realiza su labor, en el terreno del "saber", de la "verdad", de la "conciencia", del "discurso"; el papel del intelectual consistiría así en elaborar el mapa y las acotaciones sobre el terreno donde se va a desarrollar la batalla, y no en decir cómo llevaría a cabo. En La microfísica del poder indica que "el poder no es un fenómeno de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre otros, de una clase sobre otras; el poder contemplado desde cerca no es algo dividido entre quienes lo poseen y los que no lo tienen y lo soportan. El poder tiene que ser analizado como algo que no funciona sino en cadena. No está nunca localizado aquí o allá, no está nunca en manos de algunos. El poder funciona, se ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes circulan los individuos quienes están siempre en situaciones de sufrir o ejercitar ese poder, no son nunca el blanco inerte o consistente del poder ni son siempre los elementos de conexión El poder transita transversalmente, no está quieto en los individuos". Aunque este párrafo pudiera hacer pensar que Foucault disuelve, desintegra el principal tipo de poder, el estatal, o que no lo reconoce, en otro apartado habla del concepto de subpoder, de los pequeños poderes integrados a uno global. Reconoce al poder estatal como el más importante, pero su meta es tratar de elaborar una noción global que contenga tanto al estatal como aquellos poderes marginados y olvidados en el análisis.
Es importante acuñar una noción de poder que no haga exclusiva referencia al gubernativo, sino que contenga la multiplicidad de poderes que se ejercen en la esfera social, los cuales se pueden definir como poder social. En La verdad y las formas jurídicas, Foucault es más claro que en otros textos en su definición del poder; habla del subpoder, de "una trama de poder microscópico, capilar", que no es el poder político ni los aparatos de Estado ni el de una clase privilegiada, sino el conjunto de pequeños poderes e instituciones situadas en un nivel más bajo. No existe un poder; en la sociedad se dan múltiples relaciones de autoridad situadas en distintos niveles, apoyándose mutuamente y manifestándose de manera sutil. Uno de los grandes problemas que se deben afrontar cuando se produzca una revolución es el que no persistan las actuales relaciones de poder. El llamado de atención de Foucault va en sentido de analizarlas a niveles microscópicos.
Para el autor de La microfísica del poder, el análisis de este fenómeno sólo se ha efectuado a partir de dos relaciones: 1) Contrato - opresión, de tipo jurídico, con fundamento en la legitimidad o ilegitimidad del poder, y 2) Dominación - represión, presentada en términos de lucha - sumisión. El problema del poder no se puede reducir al de la soberanía, ya que entre hombre y mujer, alumno y maestro y al interior de una familia existen relaciones de autoridad que no son proyección directa del poder soberano, sino más bien condicionantes que posibilitan el funcionamiento de ese poder, son el sustrato sobre el cual se afianza. "El hombre no es el representante del Estado para la mujer. Para que el Estado funcione como funciona es necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de dominación bien especificas que tienen su configuración propia y su relativa autonomía".
El poder se construye y funciona a partir de otros poderes, de los efectos de éstos, independientes del proceso económico. Las relaciones de poder se encuentran estrechamente ligadas a las familiares, sexuales, productivas; íntimamente enlazadas y desempeñando un papel de condicionante y condicionado. En el análisis del fenómeno del poder no se debe partir del centro y descender, sino más bien realizar un análisis ascendente, a partir de los "mecanismos infinitesimales", que poseen su propia historia, técnica y táctica, y observar cómo estos procedimientos han sido colonizados, utilizados, transformados, doblegados por formas de dominación global y mecanismos más generales.
En Los intelectuales y el poder, Foucault argumenta que después de mayo de 1958, los intelectuales han descubierto que las masas no tienen necesidad de ellos para conocer --saben mucho más--, pero existe un sistema de dominación que obstaculiza, prohibe, invalida ese discurso y el conocimiento. Poder que no sólo se encuentra en las instancias superiores de censura sino en toda la sociedad. La idea de que los intelectuales son los agentes de la "conciencia" y del discurso forma parte de ese sistema de poder. El papel del intelectual no residiría en situarse adelante de las masas, sino en luchar en contra de las formas de poder allí, donde realiza su labor, en el terreno del "saber", de la "verdad", de la "conciencia", del "discurso"; el papel del intelectual consistiría así en elaborar el mapa y las acotaciones sobre el terreno donde se va a desarrollar la batalla, y no en decir cómo llevaría a cabo. En La microfísica del poder indica que "el poder no es un fenómeno de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre otros, de una clase sobre otras; el poder contemplado desde cerca no es algo dividido entre quienes lo poseen y los que no lo tienen y lo soportan. El poder tiene que ser analizado como algo que no funciona sino en cadena. No está nunca localizado aquí o allá, no está nunca en manos de algunos. El poder funciona, se ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes circulan los individuos quienes están siempre en situaciones de sufrir o ejercitar ese poder, no son nunca el blanco inerte o consistente del poder ni son siempre los elementos de conexión El poder transita transversalmente, no está quieto en los individuos". Aunque este párrafo pudiera hacer pensar que Foucault disuelve, desintegra el principal tipo de poder, el estatal, o que no lo reconoce, en otro apartado habla del concepto de subpoder, de los pequeños poderes integrados a uno global. Reconoce al poder estatal como el más importante, pero su meta es tratar de elaborar una noción global que contenga tanto al estatal como aquellos poderes marginados y olvidados en el análisis.
Foucault y el discurso del poder. La resistencia y el arte del existir
María Inés García Canal
UAM-Xochimilco
Fragmento
María Inés García Canal
UAM-Xochimilco
Fragmento
[…] ¿Qué es el poder para Foucault? Una fuerza y una relación, una relación de fuerzas.
Esta simple definición ha modificado las perspectivas de análisis de lo social y que lo político. Al ser una relación, no hay posibilidad alguna de escapar del poder, de mantenerse en posición de exterioridad conde. " una sociedad sin relaciones de poder -nos dice- sólo puede ser una abstracción; decir que no puede haber sociedad sin relaciones de poder, no quiere decir Mikel las que están dadas sean necesarias, ni quiere todos modos el poder constituye una fatalidad que no puede ser socavada en el corazón de las sociedades; sino que el análisis, la elaboración, el cuestionamiento de las relaciones de poder es una tarea política incesante" (SyP-24)
El poder constituye, atraviesa, produce a los sujetos. El poder en fuerza en relación a otras fuerzas, energía actuante que recorre el campo social de un punto a otro. No es una forma (por ejemplo el Estado), sino que se expresa en toda relación; no sólo el represivo, sino que produce, incita, suscita; no se posee, se ejerce, sólo existe en acto, es, por lo tanto, un ejercicio.
No le interesa quién lo ejerce, sino como se ejerce, le interesa su forma de funcionamiento: cómo ejerce el poder el padre sobre el hijo poder, el capataz sobre el obrero; el médico sobre el paciente; el maestro sobre el alumno; el hombre sobre la mujer... El ejercicio del poder no será más que la capacidad de aceptar a nosotros este conjunto de acciones de uno para influir sobre las acciones de los otros. Por ello el poder no es esencialmente el ejercicio de la prohibición, sino el poder incita, seduce, induce, facilitó dificultad, amplia o limita....
Visto desde esta perspectiva las relaciones de poder no sólo impregnan nuestra historia, sino también nuestro presente, nuestra actualidad y se avizoran también en nuestro futuro; parecieran tener el peso de un destino.
Estas relaciones aparecen en todos y cada uno de los ámbitos en los cuales nos movemos; en los espacios de trabajo generando tensiones; en el espacio familiar, en las relaciones de pareja, en la mal llamada " intimidad ". Están presentes en cualquier ámbito, ya sea público o privado son una presencia constante siempre en juego, continuamente en movimiento. El poder es lo que pulsa toda relación.
Los espacios cotidianos se convierten en espacios de guerra, en espacios estratégicos; en ellos los enfrentamientos, luchas y tensiones son constantes y aparentemente sin sentido. Sin embargo, si sometemos a análisis esas relaciones cotidianas la mayoría de las veces connotadas por lo vulgar y lo mezquino, nos damos cuenta que poseen una lógica, que responden a un tipo de racionalidad.
Lo interesante de la propuesta foucaultina consiste en fijar la mirada en lo obvio y repetitivo que, por serlo tanto, difícilmente somos capaces de percibirlo y menos aún de analizarlo. Es difícil reparar en lo obvio, en aquello que por estar tan a la vista se vuelve imperceptible y nos lleva a olvidar su importancia singular, ya que son las relaciones de poder las que permiten y posibilitan reproducir una forma de dominio. Esas formas cotidianas, en las que no fijamos nuestra mirada, forman parte de una técnica específica del poder, son parte constitutiva del instrumental que el poder echa mano para llevar a cabo, con éxito, su ejercicio.
Si el poder es una relación de fuerza, la fuerza puede ser observada desde una doble dimensión: su capacidad de afectar o bien de ser afectada. La capacidad de afectar lleva implícito el ejercicio del poder, en tanto que el ser afectado provoca la capacidad de resistencia.
La resistencia, la respuesta de los sujetos al ejercicio del poder sobre sus cuerpos, sus afectos y afecciones, sobre sus actos y acciones, no es el reverso de las relaciones de poder, no es tampoco el hueco o el vacío que éstas podrían dejar, es parte constitutiva de las mismas. Donde hay ejercicio de la libertad, el grito del descontento, el silencio de la obstinación de una voluntad por durar.
La resistencia puede tomar las más variadas formas, puede jugar conforme la situación estratégica de cada momento de la lucha, el papel de adversario, de blanco de ataque, de apoyo o bien de paradigma. Es móvil, cambiante... aparece en distintos puntos del entramado social... podrán ser espontáneas o bien organizadas; salvajes o concertadas; gregarias o solitarias; violentas o timoratas; frontales y nobles o bien oscuras y rastreras; activas o pasivas... pero siempre hacen su aparición como el otro término necesario de la relación de poder...
Plenamente creativas forzando, por momentos, el ejercicio del poder; en otros evadiéndolo o soslayándolo; enfrentándolo, a veces de manera directa o tendiéndole una trampa, actuando por sorpresa, inesperadamente... desplazándose hacia espacios de revuelta inéditos; creando formas nuevas y diferentes de expresión; apareciendo bajo formas institucionalizadas, codificadas y permitidas, o bien haciéndose presente justamente allí, donde no se le esperaba. […]
Oaxaca y México
Fausto Fernandez Ponte
Asimetrías
I
¿Cómo resolver el conflicto de poder al que ha arribado la convulsión social en el estado de Oaxaca? O, preguntado de otro modo, ¿existe alguna solución real?
Esta interrogante nos lleva a otra, contextual y macrocósmica: ¿Cómo resolver las crisis del poder --y de la sociedad misma, a nuestro ver-- que estruja a México?
Podríase decir objetivamente --sin incurrir en pesimismo-- que en ningún caso, el oaxaqueño y el nacional, es posible lograr un desenlace práctico y satisfactorio a las partes.
¿Por qué? Porque no es posible, en términos prácticos, disociar lo oaxaqueño de lo nacional, como premisa mayor para lograr un enfoque correcto de esta crisis de poder y social.
Y ese enfoque debe incorporar, para fines de precisión y registro fiel, sin distorsiones, de la crisis, los componentes tangibles e intangibles de ésta.
Mas no sólo eso. También debe incorporarse en ese enfoque la crisis, la interacción --fríamente discernida-- de dichos componentes, sus tendencias y sus patrones de conducta.
Esto es axial. La crisis oaxaqueña es parte de la crisis nacional. De hecho, es una manifestación adelantada --aunque anticipada-- de dicha crisis: Es erupción volcánica temprana.
Por ello, aun considerando los componentes oaxaqueños propiamente, superar la crisis requiere algo que el poder político y económico no están dispuestos a hacer.
II
Requiere ceder ante las demandas de los oaxaqueños simultáneamente a las demandas de los mexicanos que exigen modificar o alterar la forma de gobierno en México.
Empero, para el poder la decisión de ceder no está en la mesa de negociaciones. Ello significa que la opción de que el gobernador Ulises Ruiz renuncie no es aceptable.
Y no lo ha sido, hasta ahora, aunque las razones del poder tienen que ver con un falso principio de autoridad y porque la renuncia representaría una victoria política popular.
Sin embargo, el realismo político tendrá que imponerse e influir en el poder, a menos que éste, en su obcecación y nesciencia política, desestime las voces de la historia.
Mas es obvio que el registro que el poder tiene del realismo político es diferente al de la insurgencia popular oaxaqueña. Esta parece poseer mayor objetividad que el poder.
Por otra parte, el poder parece intuir que la renuncia del gobernador precedería a otras demandas. La salida del señor Ruiz, cierto es, no resolvería a fondo el problema.
Eso es un escenario prospectivo probable. Sería, pues, un verismo, desde nuestra perspectiva. El gobernador no es el problema; el problema son las fuerzas que él representa.
III
Y esas fuerzas son las de la oligarquía y la plutocracia que en Oaxaca, como en el ámbito nacional, fomentan con su voracidad la desigualdad económica brutal y la injusticia.
Esa voracidad se emblematiza en el saqueo impune de las riquezas de México. El espurio Presidente Electo, Felipe Calderón, habla de ceder nuestro patrimonio a particulares.
Ello nos define la naturaleza de la lucha social en Oaxaca y, por ligazón dialéctica, en el resto de México. Esta es una lucha del pueblo mexicano contra un poder opresor.
Un poder opresor que para prevalecer no tiene empacho en el transvestismo leguleyo electoral para ocultar un fraude que, por su grotesca manufactura, es obvio y demostrado.
Es, pues, el poder una potestad metaconstitucional --más allá de lo moral y lo ético--. Esto nos lleva a suponer con miga que sus personeros sólo piensan en la opción represiva.
Este enfoque del fenómeno reivindicatorio en Oaxaca no desestima un componente intangible, pero de indudable con cretividad: el fin constitucional del sexenio neoliberal.
El poder tiene ante sí esos dilemas. O actúa ahora o se espera a que el próximo sexenio, el del Espurio, sea el que actúe. Este exige que no se le herede ese pasivo político.
Concluiríase que no existe una solución convencional, de reacomodo, para la crisis en Oaxaca. Tampoco existe una para la crisis nacional. La solución pasa por atajos reformadores.
O, a nuestro ver, por atajos revolucionarios; cambiar la forma de organización política y económica no sólo en Oaxaca, sino en el país. Ello requiere tomar el poder constituido.
Aquí --¡oh, manes de la dialéctica!--, alcanzar el objetivo inmediato precede al mediato. Primero, el poder local, el de Oaxaca. Luego, en otros estados. Y después, el nacional.
Asimetrías
I
¿Cómo resolver el conflicto de poder al que ha arribado la convulsión social en el estado de Oaxaca? O, preguntado de otro modo, ¿existe alguna solución real?
Esta interrogante nos lleva a otra, contextual y macrocósmica: ¿Cómo resolver las crisis del poder --y de la sociedad misma, a nuestro ver-- que estruja a México?
Podríase decir objetivamente --sin incurrir en pesimismo-- que en ningún caso, el oaxaqueño y el nacional, es posible lograr un desenlace práctico y satisfactorio a las partes.
¿Por qué? Porque no es posible, en términos prácticos, disociar lo oaxaqueño de lo nacional, como premisa mayor para lograr un enfoque correcto de esta crisis de poder y social.
Y ese enfoque debe incorporar, para fines de precisión y registro fiel, sin distorsiones, de la crisis, los componentes tangibles e intangibles de ésta.
Mas no sólo eso. También debe incorporarse en ese enfoque la crisis, la interacción --fríamente discernida-- de dichos componentes, sus tendencias y sus patrones de conducta.
Esto es axial. La crisis oaxaqueña es parte de la crisis nacional. De hecho, es una manifestación adelantada --aunque anticipada-- de dicha crisis: Es erupción volcánica temprana.
Por ello, aun considerando los componentes oaxaqueños propiamente, superar la crisis requiere algo que el poder político y económico no están dispuestos a hacer.
II
Requiere ceder ante las demandas de los oaxaqueños simultáneamente a las demandas de los mexicanos que exigen modificar o alterar la forma de gobierno en México.
Empero, para el poder la decisión de ceder no está en la mesa de negociaciones. Ello significa que la opción de que el gobernador Ulises Ruiz renuncie no es aceptable.
Y no lo ha sido, hasta ahora, aunque las razones del poder tienen que ver con un falso principio de autoridad y porque la renuncia representaría una victoria política popular.
Sin embargo, el realismo político tendrá que imponerse e influir en el poder, a menos que éste, en su obcecación y nesciencia política, desestime las voces de la historia.
Mas es obvio que el registro que el poder tiene del realismo político es diferente al de la insurgencia popular oaxaqueña. Esta parece poseer mayor objetividad que el poder.
Por otra parte, el poder parece intuir que la renuncia del gobernador precedería a otras demandas. La salida del señor Ruiz, cierto es, no resolvería a fondo el problema.
Eso es un escenario prospectivo probable. Sería, pues, un verismo, desde nuestra perspectiva. El gobernador no es el problema; el problema son las fuerzas que él representa.
III
Y esas fuerzas son las de la oligarquía y la plutocracia que en Oaxaca, como en el ámbito nacional, fomentan con su voracidad la desigualdad económica brutal y la injusticia.
Esa voracidad se emblematiza en el saqueo impune de las riquezas de México. El espurio Presidente Electo, Felipe Calderón, habla de ceder nuestro patrimonio a particulares.
Ello nos define la naturaleza de la lucha social en Oaxaca y, por ligazón dialéctica, en el resto de México. Esta es una lucha del pueblo mexicano contra un poder opresor.
Un poder opresor que para prevalecer no tiene empacho en el transvestismo leguleyo electoral para ocultar un fraude que, por su grotesca manufactura, es obvio y demostrado.
Es, pues, el poder una potestad metaconstitucional --más allá de lo moral y lo ético--. Esto nos lleva a suponer con miga que sus personeros sólo piensan en la opción represiva.
Este enfoque del fenómeno reivindicatorio en Oaxaca no desestima un componente intangible, pero de indudable con cretividad: el fin constitucional del sexenio neoliberal.
El poder tiene ante sí esos dilemas. O actúa ahora o se espera a que el próximo sexenio, el del Espurio, sea el que actúe. Este exige que no se le herede ese pasivo político.
Concluiríase que no existe una solución convencional, de reacomodo, para la crisis en Oaxaca. Tampoco existe una para la crisis nacional. La solución pasa por atajos reformadores.
O, a nuestro ver, por atajos revolucionarios; cambiar la forma de organización política y económica no sólo en Oaxaca, sino en el país. Ello requiere tomar el poder constituido.
Aquí --¡oh, manes de la dialéctica!--, alcanzar el objetivo inmediato precede al mediato. Primero, el poder local, el de Oaxaca. Luego, en otros estados. Y después, el nacional.
¿Unidad nacional?
Gilberto López y Rivas
La Jornada
Fragmento
Es notable que quienes instrumentaron el golpe de Estado electoral en contra de los derechos democráticos del pueblo mexicano y preparan la represión de los oaxaqueños, realicen ahora reiterados llamados a la unidad nacional, respeto a las instituciones, paz y conciliación de todos los ciudadanos. ¡México es primero!, insisten sus voceros e intelectuales. Esta estrategia de propaganda mediática resulta no sólo cínica y demagógica, sino constituye un insulto a la inteligencia de cualquier persona con un mínimo de conciencia política sobre la realidad del país.
¿A qué unidad nacional se refieren? ¿A la fraternidad entre esa ínfima minoría que no pasa de uno por ciento de la población -y que detenta 60 por ciento de la riqueza nacional-, con el resto mayoritario de explotados, excluidos, discriminados, segregados, desterrados, proletarizados, endeudados, desempleados, reprimidos, encarcelados, violentados sus derechos humanos elementales, secuestrados sus derechos políticos, condenados a la imposición de una presidencia espuria? […]
[…] Llaman a la concordia de todos los mexicanos quienes mantienen a centenares de luchadores sociales como presos políticos; ejercen la violencia a través de la criminalización de la resistencia, hacen uso constante de las fuerzas policiacas, militares y paramilitares contra los movimientos sociales. Los mismos que apoyan incondicionalmente a un tirano como Ulises Ruiz, enemigo de la libertad de prensa, organizador de sicarios pagados para asesinar maestros y ciudadanos indefensos. ¿Unidad nacional en el clasismo, el sexismo, el racismo, la violencia del crimen organizado, la traición a la patria y la democracia?
La única unidad nacional posible es la que se abre para el proyecto democrático popular de nación. Una concepción nueva que logre disolver el vínculo entre nación y burguesía a partir de una lucha contra-hegemónica en la que se afiance el predominio de los intereses mayoritarios del pueblo-nación y se redefina el rumbo de la existencia interna y externa de nuestra patria-matria. Si la nación es ese espacio de luchas y proyectos nacionales dispares y contradictorios de las distintas clases, grupos sociales, componentes étnico-culturales que se articulan bajo un sistema de hegemonía establecido originalmente por la burguesía, el pueblo -ese conjunto de clases, etnias y grupos sociales desposeídos y explotados que han aportado sus luchas y resistencias en los procesos nacionalitarios- debe asumir la conducción política, económica, social, ideológica y cultural para superar las contradicciones intrínsecas que caracterizan a los actuales agregados nacionales capitalistas. Es necesaria la refundación de la nación ante la imposibilidad actual de su desarrollo e incluso sobrevivencia como ente independiente y soberano, y como espacio de las luchas anticapitalistas y por la construcción de un socialismo democrático.
En esta reconstrucción nacional, la cultura -esa forma de ser y existir de un pueblo, en sus distintas diferenciaciones étnicas- se trasforma en un efectivo instrumento de transformación social, y esto ocurre no sólo en las expresiones artísticas, sino también en la diaria forma de vivir frente a la opresión; en no participar como cómplices del sistema autoritario. La familia, las relaciones sociales y laborales constituyen los espacios de un singular enfrentamiento entre la cultura de la dominación y la de la resistencia, con sus códigos, símbolos y señales propios. Si la nación se redefine como un sistema de hegemonía, es trascendente librar la batalla en la esfera ideológica-cultural, rechazar la unidad nacional de los opresores -que no es más que el velo que cubre la explotación y la violencia de clase-, y forjar la unidad en torno a la nación-pueblo.
La Jornada
Fragmento
Es notable que quienes instrumentaron el golpe de Estado electoral en contra de los derechos democráticos del pueblo mexicano y preparan la represión de los oaxaqueños, realicen ahora reiterados llamados a la unidad nacional, respeto a las instituciones, paz y conciliación de todos los ciudadanos. ¡México es primero!, insisten sus voceros e intelectuales. Esta estrategia de propaganda mediática resulta no sólo cínica y demagógica, sino constituye un insulto a la inteligencia de cualquier persona con un mínimo de conciencia política sobre la realidad del país.
¿A qué unidad nacional se refieren? ¿A la fraternidad entre esa ínfima minoría que no pasa de uno por ciento de la población -y que detenta 60 por ciento de la riqueza nacional-, con el resto mayoritario de explotados, excluidos, discriminados, segregados, desterrados, proletarizados, endeudados, desempleados, reprimidos, encarcelados, violentados sus derechos humanos elementales, secuestrados sus derechos políticos, condenados a la imposición de una presidencia espuria? […]
[…] Llaman a la concordia de todos los mexicanos quienes mantienen a centenares de luchadores sociales como presos políticos; ejercen la violencia a través de la criminalización de la resistencia, hacen uso constante de las fuerzas policiacas, militares y paramilitares contra los movimientos sociales. Los mismos que apoyan incondicionalmente a un tirano como Ulises Ruiz, enemigo de la libertad de prensa, organizador de sicarios pagados para asesinar maestros y ciudadanos indefensos. ¿Unidad nacional en el clasismo, el sexismo, el racismo, la violencia del crimen organizado, la traición a la patria y la democracia?
La única unidad nacional posible es la que se abre para el proyecto democrático popular de nación. Una concepción nueva que logre disolver el vínculo entre nación y burguesía a partir de una lucha contra-hegemónica en la que se afiance el predominio de los intereses mayoritarios del pueblo-nación y se redefina el rumbo de la existencia interna y externa de nuestra patria-matria. Si la nación es ese espacio de luchas y proyectos nacionales dispares y contradictorios de las distintas clases, grupos sociales, componentes étnico-culturales que se articulan bajo un sistema de hegemonía establecido originalmente por la burguesía, el pueblo -ese conjunto de clases, etnias y grupos sociales desposeídos y explotados que han aportado sus luchas y resistencias en los procesos nacionalitarios- debe asumir la conducción política, económica, social, ideológica y cultural para superar las contradicciones intrínsecas que caracterizan a los actuales agregados nacionales capitalistas. Es necesaria la refundación de la nación ante la imposibilidad actual de su desarrollo e incluso sobrevivencia como ente independiente y soberano, y como espacio de las luchas anticapitalistas y por la construcción de un socialismo democrático.
En esta reconstrucción nacional, la cultura -esa forma de ser y existir de un pueblo, en sus distintas diferenciaciones étnicas- se trasforma en un efectivo instrumento de transformación social, y esto ocurre no sólo en las expresiones artísticas, sino también en la diaria forma de vivir frente a la opresión; en no participar como cómplices del sistema autoritario. La familia, las relaciones sociales y laborales constituyen los espacios de un singular enfrentamiento entre la cultura de la dominación y la de la resistencia, con sus códigos, símbolos y señales propios. Si la nación se redefine como un sistema de hegemonía, es trascendente librar la batalla en la esfera ideológica-cultural, rechazar la unidad nacional de los opresores -que no es más que el velo que cubre la explotación y la violencia de clase-, y forjar la unidad en torno a la nación-pueblo.
Antiencuesta: Ulises debe caer
Enrique Galván Ochoa
LA JORNADA
Dinero
LA JORNADA
Dinero
- Rotundo ''no'' a la intervención armada
- PAN y PRI sostienen al gobernador
Hay dos puntos en que la opinión pública -con excepción de un sector de la clase política-financiera- parece coincidir en relación con Oaxaca: 1) un rotundo ''no'' a la intervención de las fuerzas armadas y b) un claro ''sí'' a la desaparición de poderes en el estado, que conlleva la destitución del gobernador Ulises Ruiz. En un sondeo en el que participaron 2 mil 882 personas, 94 por ciento contestó negativamente a la pregunta: ''¿Estás de acuerdo en la intervención de la fuerza federal en Oaxaca?''; 95 por ciento dijo que la mejor opción es la salida del gobernador.
EMPODERAMIENTO
Clara Murguialday , Karlos Pérez de Armiño y Marlen Eizagirre
Fragmento
Clara Murguialday , Karlos Pérez de Armiño y Marlen Eizagirre
Fragmento
Proceso por el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven.
La filosofía del empoderamiento tiene su origen en el enfoque de la educación popular desarrollada a partir del trabajo en los años 60 de Paulo Freire, estando ambas muy ligadas a los denominados enfoques participativos, presentes en el campo del desarrollo desde los años 70.
Aunque el empoderamiento es aplicable a todos los grupos vulnerables o marginados, su nacimiento y su mayor desarrollo teórico se ha dado en relación a las mujeres. Su aplicación a éstas fue propuesta por primera vez a mediados de los 80 por DAWN (1985), una red de grupos de mujeres e investigadoras del Sur y del Norte, para referirse al proceso por el cual las mujeres acceden al control de los recursos (materiales y simbólicos) y refuerzan sus capacidades y protagonismo en todos los ámbitos. Desde su enfoque feminista, el empoderamiento de las mujeres incluye tanto el cambio individual como la acción colectiva, e implica la alteración radical de los procesos y estructuras que reproducen la posición subordinada de las mujeres como género.
Desde entonces, el término “empoderamiento” ha ampliado su campo de aplicación. Por un lado, de su inicial utilización exclusivamente en los análisis de género, ha pasado a aplicarse al conjunto de colectivos vulnerables, habiendo adquirido una amplia utilización en los estudios sobre el desarrollo, el trabajo comunitario y social, o la cooperación para el desarrollo. Por otro lado, si originariamente el concepto era patrimonio de los movimientos de mujeres, después ha comenzado a ser utilizado también por las agencias de desarrollo, las naciones unidas, el banco mundial o algunos estadistas.
Sin embargo, para cada cual el significado del empoderamiento es diferente. Para estos nuevos usuarios del término, el empoderamiento significa un incremento de la capacidad individual para ser más autónomo y autosuficiente, depender menos de la provisión estatal de servicios o empleo, así como tener más espíritu emprendedor para crear microempresas y empujarse a uno mismo en la escala social. También implica mejorar el acceso tanto a los mercados como a las estructuras políticas, con el fin de poder participar en la toma de decisiones económicas y políticas. En definitiva, supone en realidad un proceso que lleva a una forma de participación, pero que no cuestiona las estucturas existentes.
Por el contrario, la visión de los grupos de mujeres y otros movimientos sociales va más allá. El empoderamiento sería una estrategia que propicia que las mujeres, y otros grupos marginados, incrementen su poder, esto es, que accedan al uso y control de los recursos materiales y simbólicos, ganen influencia y participen en el cambio social. Esto incluye también un proceso por el que las personas tomen conciencia de sus propios derechos, capacidades e intereses, y de cómo éstos se relacionan con los intereses de otras personas, con el fin de participar desde una posición más sólida en la toma de decisiones y estar en condiciones de influir en ellas.
En este sentido, Friedman (1992) señala que el empoderamiento está relacionado con el acceso y control de tres tipos de poderes: a) el social, entendido como el acceso a la base de riqueza productiva; b) el político, o acceso de los individuos al proceso de toma de decisiones, sobre todo aquellas que afectan a su propio futuro; y c) el sicológico, entendido en el sentido de potencialidad y capacidad individual.
De forma similar, Rowlands (1997) señala tres dimensiones: a) la personal, como desarrollo del sentido del yo, de la confianza y la capacidad individual; b) la de las relaciones próximas, como capacidad de negociar e influir en la naturaleza de las relaciones y las decisiones, y c) la colectiva, como participación en las estructuras políticas y acción colectiva basada en la cooperación.
Como se puede apreciar, el empoderamiento tiene fundamentalmente una dimensión individual y otra colectiva. La individual implica un proceso por el que los excluidos eleven sus niveles de confianza, autoestima y capacidad para responder a sus propias necesidades. Muchas veces, las mujeres y otros marginados tienen interiorizados los mensajes culturales o ideológicos de opresión y subordinación que reciben respecto a sí mismos, en el sentido de que carecen de voz o de derechos legítimos, lo que redunda en su baja autoestima y estatus. Trabajar por su empoderamiento implica en primer lugar ayudarles a recuperar su autoestima y la creencia de que están legitimados a actuar en las decisiones que les conciernen […]
La dimensión colectiva del empoderamiento se basa en el hecho de que las personas vulnerables tienen más capacidad de participar y defender sus derechos cuando se unen con unos objetivos comunes, por ejemplo: las mujeres que se agrupan para exigir títulos de propiedad, los campesinos que ocupan haciendas improductivas, o los vecinos que reclaman canalizaciones de agua en su barrio. Es interesante señalar que, con frecuencia, el agrupamiento en torno a un proyecto concreto y limitado (pozos de agua, microcréditos) puede dar pie a un proceso de empoderamiento, consistente en la toma de conciencia sobre la situación de injusticia u opresión en la que se vive (desigual acceso social al agua, prácticas abusivas de los usureros, etc.) y la consiguiente búsqueda del cambio […]
[…] el empoderamiento de las mujeres, y lo mismo podría decirse para otros sectores, implica:
a) La toma de conciencia sobre su subordinación y el aumento de la confianza en sí mismas (“poder propio”).
b) La organización autónoma para decidir sobre sus vidas y sobre el desarrollo que desean (“poder con”).
c) La movilización para identificar sus intereses y transformar las relaciones, estructuras e instituciones que les limitan y que perpetúan su subordinación (“poder para”) […]
Desdibuja a las mujeres el movimiento magisterial y de la APPO
Soledad Jarquín
CIMAC
A más de 100 días de que se inició el movimiento magisterial, al que se sumaron organizaciones en la llamada Asamblea Popular del Pueblo (APPO), las mujeres permanecen desdibujadas y hasta negadas a sí mismas, en un afán persecutorio del acostumbrado “liderazgo masculino”.
Por eso, se rechaza asumirse como feministas en las voces que se escuchan en las diferentes estaciones radiofónicas, pues el feminismo es un movimiento no dirigido y escasamente, por no decir nada, jerarquizado.
LOS HECHOS Y LA CONTRACORRIENTE
“La participación de las mujeres en esta lucha ha sido fundamental, aunque esta no es una lucha feminista ni mucho menos...”, sostiene a través de la radio una de las voces que transmiten en la que fuera antes del 21 de agosto una estación comercial.
El movimiento magisterial, mezclado con la participación de otros grupos en la APPO, cumplió 100 días de movilizaciones y acciones esta semana. A esa lucha se sumaron cientos de mujeres y se pasó la nota a la historia al ser ellas las que tomaron las instalaciones del Canal 9, el 1 de agosto, tras varios intentos de los varones.
El espacio radiofónico como el televisivo han sido determinantes. Durante este tiempo los micrófonos de las estaciones comerciales se convirtieron en la caja de resonancia, no de los poderes políticos, sino de las voces de muchas mujeres y hombres que manifestaban inconformidades. Aunque también se cerraban cuando no convenía y se argumentaban “problemas técnicos”.
El 21 de agosto, en la toma de las estaciones comerciales las mujeres estaban otra vez. Alguna de ellas se desdibujaban, se mimetizaban con el resto de los “luchadores sociales” y como los otros no tenían nombre, era suficiente que las llamaran “compañeritas”.
El 21 de agosto a las 10:30, en una de las estaciones de ORO, una voz femenina –que fue identificada por otro locutor como Gladis Carina Hernández- interrumpió la lectura de un mensaje enviado por el profesor Germán Mendoza Nube, quien había sido detenido días antes: “Compañeritas de las cacerolas y personas de confianza del Canal 9, por favor traigan de almorzar porque ya tenemos hambre”.
LA REALIDAD DESDE LAS FEMINISTAS
La catedrática universitaria, Gloria Zafra, sostiene que es difícil esperar una agenda de género, lo que hay es una participación masiva de mujeres “permeada por la visión que han esculpido, el liderazgo masculino de radicalismos”.
Se refiere a la actuación asumida por muchas de las mujeres que participan con el magisterio y la APPO, pero que desconocen el planteamiento feminista y se niegan a incorporarlo en sus tareas cotidianas, de reconocimiento incluso personal.
La investigadora sostiene que la lucha de las maestras está sustentada en ganancias laborales sin cuestionar la democracia ni la participación de ellas como género, como mujeres subordinadas.
Sin embargo, sostiene que después de este proceso algo tiene que cambiar en esta correlación entre las maestras y los maestros.
La investigadora del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la UABJO, cuestiona que para muchas y muchos es importante la lucha laboral por los beneficios que les trae, como “acercarse a la ciudad o laborar en la ciudad”, lo que habla de falta de compromiso, “están muy permeados por una ideología capitalista como para decirse democráticos” y por esa línea pasa el cuestionamiento feminista.
En ese sentido explica que las señoras que están en los programas (de radio) se suman a las groserías de los otros. El objetivo “es decirle a sus compañeros que son iguales, que pertenecen a la misma clase, en lugar de decir reconocemos esto... pero hay que elevar esto otro”.
La candidata a doctora en Sociología sostiene que en esta participación ciudadana de las mujeres es previsible “un hartazgo”, en el sentido de salir de la cotidianeidad, y la otra es esta semilla de decir aquí estamos.
Lo cierto, puntualiza, es que en esta lucha la agenda feminista que tenemos pendiente está de nueva cuenta supeditada a una nueva Babel.
RECHAZO Y NEGACIÓN
Pilar Monterrubio agradece sonriente la entrevista y sostiene que lo que se ve y escucha sobre la posición de las mujeres en el movimiento magisterial-APPO es parte de las etapas de la conciencia de género, “este es un primer estadio, pionero, defendiendo e imitando a los hombres”, dice refiriéndose a la defensa que las mujeres hacían hace 20 días en Radio Cacerolas de Germán Mendoza Nube.
Monterrubio quien en algún momento se sumó como locutora aficionada para plantear la agenda feminista en la radio, sostiene que su pretensión de vincular la agenda de las mujeres con el movimiento magisterial-APPO, no dio resultado. Incluso “sentí negación, rechazo y una crítica muy dura de la cual me sentí profundamente indignada y no regresé, aunque me inviten”.
Integrante del Foro Democrático Oaxaqueño, Pilar sostiene que lo sucedido no es un asunto personal, “es de conciencia de género”. Ya azotamos las cacerolas, ya nos manifestamos en la calle, pero entonces estamos en un estadio muy primario de conciencia de género y eso me desconcierta profundamente.
Una cosa la lleva a otra y cuestiona entonces el nivel de trabajo que las organizaciones no gubernamentales han realizado, “lo digo también como integrante del movimiento de organizaciones civiles de corte feminista” y se responde: parece que la lucha feminista es sólo en pequeños grados, pequeñas elites y eso es muy desconcertante, porque entonces no hemos entrado al grueso de la población.
RADIO CACEROLAS
Pilar Monterrubio sostiene que el nombre de Radio Cacerolas tiene una connotación fuerte ante el grueso de la población y explica por qué no le gustó el nombre: fue como trasladar el rol femenino de la cocina al radio ¿no?
Me hubiera gustado más radio Clítoris –sostiene seria-. “Es tocar el cuerpo, ver la corporalidad”.
Por ello, apunta en este análisis a la posición de las mujeres en el movimiento magisterial y de la APPO que “si no tenemos conciencia de ese tipo de cosas, no tenemos conciencia de nada más, hay que reconocer que el movimiento dentro de la asamblea popular es un movimiento incipiente dentro de la concepción de las luchas de género”.
CIMAC
A más de 100 días de que se inició el movimiento magisterial, al que se sumaron organizaciones en la llamada Asamblea Popular del Pueblo (APPO), las mujeres permanecen desdibujadas y hasta negadas a sí mismas, en un afán persecutorio del acostumbrado “liderazgo masculino”.
Por eso, se rechaza asumirse como feministas en las voces que se escuchan en las diferentes estaciones radiofónicas, pues el feminismo es un movimiento no dirigido y escasamente, por no decir nada, jerarquizado.
LOS HECHOS Y LA CONTRACORRIENTE
“La participación de las mujeres en esta lucha ha sido fundamental, aunque esta no es una lucha feminista ni mucho menos...”, sostiene a través de la radio una de las voces que transmiten en la que fuera antes del 21 de agosto una estación comercial.
El movimiento magisterial, mezclado con la participación de otros grupos en la APPO, cumplió 100 días de movilizaciones y acciones esta semana. A esa lucha se sumaron cientos de mujeres y se pasó la nota a la historia al ser ellas las que tomaron las instalaciones del Canal 9, el 1 de agosto, tras varios intentos de los varones.
El espacio radiofónico como el televisivo han sido determinantes. Durante este tiempo los micrófonos de las estaciones comerciales se convirtieron en la caja de resonancia, no de los poderes políticos, sino de las voces de muchas mujeres y hombres que manifestaban inconformidades. Aunque también se cerraban cuando no convenía y se argumentaban “problemas técnicos”.
El 21 de agosto, en la toma de las estaciones comerciales las mujeres estaban otra vez. Alguna de ellas se desdibujaban, se mimetizaban con el resto de los “luchadores sociales” y como los otros no tenían nombre, era suficiente que las llamaran “compañeritas”.
El 21 de agosto a las 10:30, en una de las estaciones de ORO, una voz femenina –que fue identificada por otro locutor como Gladis Carina Hernández- interrumpió la lectura de un mensaje enviado por el profesor Germán Mendoza Nube, quien había sido detenido días antes: “Compañeritas de las cacerolas y personas de confianza del Canal 9, por favor traigan de almorzar porque ya tenemos hambre”.
LA REALIDAD DESDE LAS FEMINISTAS
La catedrática universitaria, Gloria Zafra, sostiene que es difícil esperar una agenda de género, lo que hay es una participación masiva de mujeres “permeada por la visión que han esculpido, el liderazgo masculino de radicalismos”.
Se refiere a la actuación asumida por muchas de las mujeres que participan con el magisterio y la APPO, pero que desconocen el planteamiento feminista y se niegan a incorporarlo en sus tareas cotidianas, de reconocimiento incluso personal.
La investigadora sostiene que la lucha de las maestras está sustentada en ganancias laborales sin cuestionar la democracia ni la participación de ellas como género, como mujeres subordinadas.
Sin embargo, sostiene que después de este proceso algo tiene que cambiar en esta correlación entre las maestras y los maestros.
La investigadora del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la UABJO, cuestiona que para muchas y muchos es importante la lucha laboral por los beneficios que les trae, como “acercarse a la ciudad o laborar en la ciudad”, lo que habla de falta de compromiso, “están muy permeados por una ideología capitalista como para decirse democráticos” y por esa línea pasa el cuestionamiento feminista.
En ese sentido explica que las señoras que están en los programas (de radio) se suman a las groserías de los otros. El objetivo “es decirle a sus compañeros que son iguales, que pertenecen a la misma clase, en lugar de decir reconocemos esto... pero hay que elevar esto otro”.
La candidata a doctora en Sociología sostiene que en esta participación ciudadana de las mujeres es previsible “un hartazgo”, en el sentido de salir de la cotidianeidad, y la otra es esta semilla de decir aquí estamos.
Lo cierto, puntualiza, es que en esta lucha la agenda feminista que tenemos pendiente está de nueva cuenta supeditada a una nueva Babel.
RECHAZO Y NEGACIÓN
Pilar Monterrubio agradece sonriente la entrevista y sostiene que lo que se ve y escucha sobre la posición de las mujeres en el movimiento magisterial-APPO es parte de las etapas de la conciencia de género, “este es un primer estadio, pionero, defendiendo e imitando a los hombres”, dice refiriéndose a la defensa que las mujeres hacían hace 20 días en Radio Cacerolas de Germán Mendoza Nube.
Monterrubio quien en algún momento se sumó como locutora aficionada para plantear la agenda feminista en la radio, sostiene que su pretensión de vincular la agenda de las mujeres con el movimiento magisterial-APPO, no dio resultado. Incluso “sentí negación, rechazo y una crítica muy dura de la cual me sentí profundamente indignada y no regresé, aunque me inviten”.
Integrante del Foro Democrático Oaxaqueño, Pilar sostiene que lo sucedido no es un asunto personal, “es de conciencia de género”. Ya azotamos las cacerolas, ya nos manifestamos en la calle, pero entonces estamos en un estadio muy primario de conciencia de género y eso me desconcierta profundamente.
Una cosa la lleva a otra y cuestiona entonces el nivel de trabajo que las organizaciones no gubernamentales han realizado, “lo digo también como integrante del movimiento de organizaciones civiles de corte feminista” y se responde: parece que la lucha feminista es sólo en pequeños grados, pequeñas elites y eso es muy desconcertante, porque entonces no hemos entrado al grueso de la población.
RADIO CACEROLAS
Pilar Monterrubio sostiene que el nombre de Radio Cacerolas tiene una connotación fuerte ante el grueso de la población y explica por qué no le gustó el nombre: fue como trasladar el rol femenino de la cocina al radio ¿no?
Me hubiera gustado más radio Clítoris –sostiene seria-. “Es tocar el cuerpo, ver la corporalidad”.
Por ello, apunta en este análisis a la posición de las mujeres en el movimiento magisterial y de la APPO que “si no tenemos conciencia de ese tipo de cosas, no tenemos conciencia de nada más, hay que reconocer que el movimiento dentro de la asamblea popular es un movimiento incipiente dentro de la concepción de las luchas de género”.
La Comuna de Oaxaca
Carlos Beas Torres
Desde hace más de tres meses, los fantasmas de Louisa Michel y Elisee Reclus, pasean de noche por las desiertas calles de una vieja ciudad del sur de México; la oscuridad tan sólo es iluminada por la luz tenue de los focos de las lámparas o por el fuego de las hogueras que en cientos de barricadas, calientan las noches oaxaqueñas.
Los datos más conservadores indican que la población de la ciudad de Oaxaca ha levantado por lo menos unas 500 barricadas; otros más exaltados hablan de hasta 1,500 barricadas levantadas en una sola noche.
La Comuna de Oaxaca nació a raíz de que el Gobernador Ulises Ruiz, un tipo déspota perteneciente al PRI más violento; ordenó el pasado 14 de junio un agresivo desalojo en contra de un plantón pacífico que realizaban profesores en huelga. El operativo policiaco ocurrido en el centro histórico, no sólo golpeó a los sindicalistas; ya que al ser acorralada la policía, el Gobernador ordenó utilizar un helicóptero particular para tirar desde el aire, bombas de gas pimienta. La intoxicación alcanzo a empleados de hoteles y comercios, así como a vecinos y a cientos de turistas que tuvieron que ser desalojados del campo de batalla. Los sindicalistas recuperaron el centro y con esta acción despertaron la conciencia de la población.
Casi de inmediato, 360 organizaciones sociales de todo tipo, desde indígenas, hasta mujeres, pasando por ambientalistas, pequeños comerciantes y universitarios, crearon una Asamblea Popular, un tipo de Parlamento ciudadano, mejor conocido como APPO.
Esta Asamblea ha realizado 5 megamarchas, movilizaciones que han reunido a cientos de miles de manifestantes; ha tomado más de 30 alcaldías y bloqueado carreteras, cerrando además las oficinas públicas y juzgados.
El Gobierno dejó de existir y sólo quedó visible en operativos nocturnos donde cientos de policías de civil y golpeadores salían a la calle a disparar armas de fuego en contra de la población. Ante esos operativos las barricadas oaxaqueñas han demostrado su enorme eficacia.
Las mujeres en esta lucha, como en todas las demás han jugado un papel extraordinario; una buena tarde, miles de ellas se manifestaron por la ciudad, batiendo cacerolas en mano y llegaron a la televisora oficial a pedir que se dejara entrar a una comisión para dar a conocer sus preocupaciones, el personal de vigilancia les negó el paso, lo cual obviamente las indigno, acto seguido tomaron la televisora y durante varios días transmitieron, hasta que un comando policiaco inutilizó las antenas a balazos, lo cual generó una nueva acción de la población, la cual tomó de inmediato 13 radiodifusoras, donde se dio por vez primera voz a cientos de mujeres y hombres anónimos.
La represión ha sido vasta; varios dirigentes de la APPO han sido detenidos, maltratados y permanecen encarcelados, uno de ellos en un penal federal de alta seguridad; dos manifestantes han sido asesinados; decenas de personas han sido golpeadas o amenazadas. Ante ello se ha respondido con extremada cautela; sin embargo los medios masivos de comunicación tratan a toda costa de ocultar la impresionante revuelta ciudadana y sólo destacan los posibles nexos con la guerrilla y el vandalismo que significado el cerrar el acceso a bancos, grandes centros comerciales o al aeropuerto.
¿Pero que explica esta Revuelta?, Oaxaca es junto a los estados de Chiapas y Guerrero, un Estado extremadamente pobre, habitado por una gran cantidad de comunidades indígenas. Oaxaca ha sido un reducto controlado por los caciques del PRI, quienes se han enriquecido, aliados a grandes empresarios y compañías trasnacionales como Iberdrola. Los gobernantes de Oaxaca se han caracterizado por su incapacidad, corrupción y estilo violento de gobernar.
Y el pueblo dijo el 14 de junio hasta aquí, Ya Basta.
Y después de tres meses de muy intensa movilización ¿ ahora que sigue?:
La clase política nacional y los empresarios urgen al Gobierno federal a una solución represiva expedita, a gritos Ulises Ruiz reclama el envío de la Policía Federal Preventiva, el desalojo de los plantones y barricadas y el encarcelamiento de más opositores.
Por otro lado las negociaciones están virtualmente rotas, ya que el Gobierno Federal y los partidos PRI y el derechista PAN en el Senado se niegan a desaparecer poderes, es decir a destituir al Gobernador oaxaqueño.
Por ello el escenario más posible, es el de una salida represiva, como la ocurrida hace 30 años, cuando el pueblo oaxaqueño logró destituir al sátrapa Zárate Aquino; pero la ciudad fue ocupada por el ejército y nombrado un gobernador militar; los opositores fueron encarcelados, asesinados o exilados y sólo a una parte del pueblo le quedo la respuesta armada.
La APPO conoce esa historia y por ello ha evitado la violencia; sin embargo bien sabemos que en el estilo y en la mente desesperada de Ulises Ruiz, cabe el hecho de provocar la violencia, infiltrando policías de civil y golpeadores, para provocar desmanes y enfrentamientos y con ello justificar la represión y la entrada de la Policía Federal Preventiva. El plan de Ulises Ruiz es quedarse en el poder, sustentado por las fuerzas policiaco-militares.
Hoy desde temprano, miles de oaxaqueños y oaxaqueñas siguen su caminar por una estrecha carretera con dirección a la ciudad de México, desde hace una semana han avanzado ya unos 260 kilometros; este puede ser el último intento para evitar la represión y para despertar la conciencia de los mexicanos; llamado que empieza a tener eco, pues en otros Estados ya se han empezado a formar Asambleas Populares.
Ante este escenario, la inmensa revuelta ciudadana oaxaqueña, reclama con urgencia de los y las ciudadanas del mundo su solidaridad activa.
Desde Oaxaca les hacemos este llamado, aún es tiempo de parar un baño de sangre; aún es tiempo de dar una salida democrática a este grave conflicto. Mientras tanto en esta noche oaxaqueña los fantasmas de los comuneros de Paris seguirán acompañando a los hombres y mujeres rebeldes de Oaxaca e incluso se tomaran un buen mezcal minero, para el frío. Salud.
Desde hace más de tres meses, los fantasmas de Louisa Michel y Elisee Reclus, pasean de noche por las desiertas calles de una vieja ciudad del sur de México; la oscuridad tan sólo es iluminada por la luz tenue de los focos de las lámparas o por el fuego de las hogueras que en cientos de barricadas, calientan las noches oaxaqueñas.
Los datos más conservadores indican que la población de la ciudad de Oaxaca ha levantado por lo menos unas 500 barricadas; otros más exaltados hablan de hasta 1,500 barricadas levantadas en una sola noche.
La Comuna de Oaxaca nació a raíz de que el Gobernador Ulises Ruiz, un tipo déspota perteneciente al PRI más violento; ordenó el pasado 14 de junio un agresivo desalojo en contra de un plantón pacífico que realizaban profesores en huelga. El operativo policiaco ocurrido en el centro histórico, no sólo golpeó a los sindicalistas; ya que al ser acorralada la policía, el Gobernador ordenó utilizar un helicóptero particular para tirar desde el aire, bombas de gas pimienta. La intoxicación alcanzo a empleados de hoteles y comercios, así como a vecinos y a cientos de turistas que tuvieron que ser desalojados del campo de batalla. Los sindicalistas recuperaron el centro y con esta acción despertaron la conciencia de la población.
Casi de inmediato, 360 organizaciones sociales de todo tipo, desde indígenas, hasta mujeres, pasando por ambientalistas, pequeños comerciantes y universitarios, crearon una Asamblea Popular, un tipo de Parlamento ciudadano, mejor conocido como APPO.
Esta Asamblea ha realizado 5 megamarchas, movilizaciones que han reunido a cientos de miles de manifestantes; ha tomado más de 30 alcaldías y bloqueado carreteras, cerrando además las oficinas públicas y juzgados.
El Gobierno dejó de existir y sólo quedó visible en operativos nocturnos donde cientos de policías de civil y golpeadores salían a la calle a disparar armas de fuego en contra de la población. Ante esos operativos las barricadas oaxaqueñas han demostrado su enorme eficacia.
Las mujeres en esta lucha, como en todas las demás han jugado un papel extraordinario; una buena tarde, miles de ellas se manifestaron por la ciudad, batiendo cacerolas en mano y llegaron a la televisora oficial a pedir que se dejara entrar a una comisión para dar a conocer sus preocupaciones, el personal de vigilancia les negó el paso, lo cual obviamente las indigno, acto seguido tomaron la televisora y durante varios días transmitieron, hasta que un comando policiaco inutilizó las antenas a balazos, lo cual generó una nueva acción de la población, la cual tomó de inmediato 13 radiodifusoras, donde se dio por vez primera voz a cientos de mujeres y hombres anónimos.
La represión ha sido vasta; varios dirigentes de la APPO han sido detenidos, maltratados y permanecen encarcelados, uno de ellos en un penal federal de alta seguridad; dos manifestantes han sido asesinados; decenas de personas han sido golpeadas o amenazadas. Ante ello se ha respondido con extremada cautela; sin embargo los medios masivos de comunicación tratan a toda costa de ocultar la impresionante revuelta ciudadana y sólo destacan los posibles nexos con la guerrilla y el vandalismo que significado el cerrar el acceso a bancos, grandes centros comerciales o al aeropuerto.
¿Pero que explica esta Revuelta?, Oaxaca es junto a los estados de Chiapas y Guerrero, un Estado extremadamente pobre, habitado por una gran cantidad de comunidades indígenas. Oaxaca ha sido un reducto controlado por los caciques del PRI, quienes se han enriquecido, aliados a grandes empresarios y compañías trasnacionales como Iberdrola. Los gobernantes de Oaxaca se han caracterizado por su incapacidad, corrupción y estilo violento de gobernar.
Y el pueblo dijo el 14 de junio hasta aquí, Ya Basta.
Y después de tres meses de muy intensa movilización ¿ ahora que sigue?:
La clase política nacional y los empresarios urgen al Gobierno federal a una solución represiva expedita, a gritos Ulises Ruiz reclama el envío de la Policía Federal Preventiva, el desalojo de los plantones y barricadas y el encarcelamiento de más opositores.
Por otro lado las negociaciones están virtualmente rotas, ya que el Gobierno Federal y los partidos PRI y el derechista PAN en el Senado se niegan a desaparecer poderes, es decir a destituir al Gobernador oaxaqueño.
Por ello el escenario más posible, es el de una salida represiva, como la ocurrida hace 30 años, cuando el pueblo oaxaqueño logró destituir al sátrapa Zárate Aquino; pero la ciudad fue ocupada por el ejército y nombrado un gobernador militar; los opositores fueron encarcelados, asesinados o exilados y sólo a una parte del pueblo le quedo la respuesta armada.
La APPO conoce esa historia y por ello ha evitado la violencia; sin embargo bien sabemos que en el estilo y en la mente desesperada de Ulises Ruiz, cabe el hecho de provocar la violencia, infiltrando policías de civil y golpeadores, para provocar desmanes y enfrentamientos y con ello justificar la represión y la entrada de la Policía Federal Preventiva. El plan de Ulises Ruiz es quedarse en el poder, sustentado por las fuerzas policiaco-militares.
Hoy desde temprano, miles de oaxaqueños y oaxaqueñas siguen su caminar por una estrecha carretera con dirección a la ciudad de México, desde hace una semana han avanzado ya unos 260 kilometros; este puede ser el último intento para evitar la represión y para despertar la conciencia de los mexicanos; llamado que empieza a tener eco, pues en otros Estados ya se han empezado a formar Asambleas Populares.
Ante este escenario, la inmensa revuelta ciudadana oaxaqueña, reclama con urgencia de los y las ciudadanas del mundo su solidaridad activa.
Desde Oaxaca les hacemos este llamado, aún es tiempo de parar un baño de sangre; aún es tiempo de dar una salida democrática a este grave conflicto. Mientras tanto en esta noche oaxaqueña los fantasmas de los comuneros de Paris seguirán acompañando a los hombres y mujeres rebeldes de Oaxaca e incluso se tomaran un buen mezcal minero, para el frío. Salud.
Palabras de la Comisión Sexta del EZLN para el Segundo Encuentro Indígena Peninsular
Compañeras y compañeros:
[…] Nuestra causa como pueblos indios se mantiene viva y presente gracias, entre otras cosas, a los compañeros y compañeras del Congreso Nacional Indígena, especialmente los pueblos indios de la región Centro Pacífico. Con ellos hemos entrado en este nuevo paso que busca construir una nueva forma de hacer política, anticapitalista y de izquierda, levantar un programa nacional de lucha y una nueva constitución, y que llamamos la Otra Campaña
En este movimiento estamos aprendiendo a decir compañera y compañero al obrero y la obrera, al campesino, al estudiante, al maestro, a la mujer adulta, joven y niña, al anciano, al niño, al empleado, al artista, al intelectual, al religioso comprometido, al diferente en su preferencia sexual, al joven, a muchas personas que son despojadas, explotadas, despreciadas y reprimidas por un sistema que ha hecho del dinero su ley y de la simulación su doctrina. Diferentes como somos, hemos encontrado una igualdad al buscar y encontrar al responsable de nuestros dolores: el sistema capitalista.
Nuestras luchas particulares no se han perdido, han crecido no sólo porque unieron su coraje a otras, también porque establecieron quién es el enemigo y decidieron enfrentarlo. Nuestra lucha por la libertad, la justicia y la democracia sabe ya que no son posibles en el sistema que se ha impuesto a sangre y fuego en nuestro país. La libertad que les ha sido arrebatada a nuestras compañeras y compañeros presas y presos de Atenco, y a los cientos de presos y presas, desaparecidos y perseguidos políticos en nuestro país. La justicia que se le niega al pueblo oaxaqueño que, en la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca, demanda la salida del mal gobernante Ulises Ruiz. La democracia que se convirtió en fraude y burla descarada en las pasadas elecciones presidenciales, y que está a punto de convertirse en la tumba de la vía electoral. […]
[…]Y aquí está nuestra palabra.
Mientras arriba el ruido y la prisa de los poderosos tratan de imponer otra vez a un mal gobernante, entronándolo con la mentira y el desprecio.
Mientras se dice y repite que sólo cuenta la mirada y la voz que hacia arriba apuntan.
Mientras se difunde entre corazones buenos y nobles que nada importa si no sigue al movimiento que a estar arriba aspira.
Mientras por todos lados se compra y consume la mentira que impide la mirada crítica y el análisis profundo.
Mientras se vuelve a olvidar el color que somos quienes somos el color de la tierra, incluso por aquellos que dicen buscar el bien de todos.
Mientras allá arriba se miran entre ellos y entre ellos nadie se escucha.
En estos tiempos de ruido y confusión, vuelve la palabra que somos a encontrarnos con los que son como nosotros. Nosotras, nosotros, las zapatistas y los zapatistas del EZLN, sabemos junto con ustedes que el mañana se pare en la noche, en el silencio, en la sombra. Sabemos que la gran sostenedora del mundo, la Ceiba, la madre, tiene sus raíces en lo de abajo, en lo profundo, en lo que no se ve; y que de ahí se levantan y sostienen el mundo y los cielos que se ven y admiran. Y así es nuestro pensamiento. El pensamiento que somos mucho tiempo pasa y camina en nuestro corazón, antes de hacerse palabra y camino que invita a un destino para los que abajo son con nosotros. Y mucho desespera éste nuestro modo a quienes apura y mueve el ruido de arriba. Si no caminamos a la velocidad y en la ruta de los que arriba son, dicen que no existimos, que caímos, que morimos, que ya no más, que nos equivocamos, que desaprovechamos, que perdimos. Pero nosotros, nosotras, sabemos que siempre que hemos caminado al ritmo de arriba y hemos buscado un lugar para nuestra palabra entre quienes son el Poder o aspiran a él por el camino que el Poder establece, perdemos.
Sabemos ya que no es arriba, ni en el tiempo ni en el espacio, donde encontraremos lo que buscamos, necesitamos, merecemos. Aprendimos. Sabemos ahora. Es con quienes son como nosotros porque son diferentes. […]
[…] La historia del Pensamiento:
Contaban los más antiguos de nuestros ancestros, los ancianos sabedores de nuestros pueblos, que los más grandes dioses, los que nacieron el mundo y lo echaron a andar para que luego fuéramos nosotros quienes lo camináramos, habían dejado todo sin terminar.
Y no lo hicieron así porque fueran holgazanes o porque se hubieran distraído en la bailadera.
Así era su plan de por sí, porque los mundos terminados y completos son los que de arriba imponen quienes hicieron dios al dinero y sacerdotisa a la estupidez humana que cada tanto, como ahora, con la mentira se hace gobierno. Así que fueron muchas las cosas que quedaron pendientes en el mundo primero que hicieron los dioses más de antes, los que nacieron el camino. Se dice, por ejemplo, que el pensamiento no se nació en los dioses. O sea que el pensamiento no nació así como ahora lo conocemos, sino que apenas fue una semilla que quedó ahí para que la tomara el que fuera y la naciera y le diera forma y modo y camino y destino.
Y fueron entonces muchos los pensamientos que desde entonces se nacieron. Y no sólo uno o unos cuantos, sino que tantos como colores fueron pintando el mundo en el que fuimos y somos.
Y así está, por ejemplo, el pensamiento de que sólo importa uno o una, que el colectivo no vale, no cuenta, que hay que buscar el bien individual aunque sea a costa del mal colectivo.
Y éste es el pensamiento que ahora manda y es gobierno y verdad impuestos en nuestras tierras indias.
Y éste es el pensamiento que busca exterminarnos como lo que somos y trata de convertir en mercancía nuestra historia, nuestra cultura, nuestra tierra, nuestra dignidad.
Pero este pensamiento se viste con muchas ropas que engañan, que esconden su maña.
Y a veces se viste con ropa de libertad, y miente.
Y a veces con vestido de justicia, y miente.
Y a veces con manto de democracia, y miente.
"Igualdad" dice el que está arriba porque con nuestro dolor se enriquece.
Y la libertad que promete es la que busca para comerciar con nuestra sangre.
Y la justicia que defiende es la que lo deja sin castigo y persigue al que abajo no se rinde.
Y la democracia que proclama es la de la resignación frente a los diferentes rostros del mismo Poder que nos roba, nos explota, nos desprecia y nos persigue.
Pero hubo y hay otro pensamiento.
El pensamiento que sabe que no es igual el que arriba vive de nuestra sangre y el que abajo hace andar el mundo con su trabajo.
El pensamiento que conoce la historia de lucha que abajo duele.
El pensamiento que busca construir otra cosa, otro mundo.
El pensamiento que no se conforma con lo que los ojos ven y oyen los oídos, sino que empieza a mirar y a escuchar lo que no aparece ni sonido tiene.
El pensamiento que anima a nuestras compañeras y compañeros presas y presos de Atenco, y con el que resisten a la injusticia y al olvido.
El pensamiento que enarbolan nuestros compañeros y compañeras de Oaxaca, que luchan por librarse del mal gobierno que los oprime.
El pensamiento que camino se hace en quienes han hecho suyo una nueva forma de hacer política que ni mira ni aspira ni suspira por el arriba que nos desprecia.
El pensamiento que como pueblos indios y como zapatistas del EZLN luchamos.
Compañeras y compañeros:
La leyenda indígena maya que cuenta que la Ceiba madre, la sostenedora del mundo, hunde sus raíces en el inframundo y sobre esa fuerza levanta y sostiene los cielos, no sólo mira hacia la historia que fuimos, también apunta hacia lo que somos y seremos en el mañana que nuestro paso y el de otros tiene.
Como zapatistas que somos, como pueblos indios de raíz maya, como compañeras y compañeros de lucha, saludamos las palabras y las historias que aquí se hablan y encuentran.
Y aquí decimos:
El mañana de libertad, justicia y democracia que necesitamos y merecemos, tendrá el color que somos de la tierra, o no será.
Reciban, compañeros y compañeras, el saludo de nosotros, nosotras, lo más pequeño del mundo que ahora sólo es pensamiento y paso en la sombra, pero que ya asoma a otra madrugada, una que desvista de miedo y vergüenza a la mañana.
¡Con los pueblos indios!
¡Libertad para las presas y presos de Atenco!
¡Justicia para el pueblo de Oaxaca!
¡Democracia para el México de Abajo!
Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Por la Comisión Sexta del EZLN.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Agosto del 2006.