Foucault y el discurso del poder. La resistencia y el arte del existir
María Inés García Canal
UAM-Xochimilco
Fragmento
María Inés García Canal
UAM-Xochimilco
Fragmento
[…] ¿Qué es el poder para Foucault? Una fuerza y una relación, una relación de fuerzas.
Esta simple definición ha modificado las perspectivas de análisis de lo social y que lo político. Al ser una relación, no hay posibilidad alguna de escapar del poder, de mantenerse en posición de exterioridad conde. " una sociedad sin relaciones de poder -nos dice- sólo puede ser una abstracción; decir que no puede haber sociedad sin relaciones de poder, no quiere decir Mikel las que están dadas sean necesarias, ni quiere todos modos el poder constituye una fatalidad que no puede ser socavada en el corazón de las sociedades; sino que el análisis, la elaboración, el cuestionamiento de las relaciones de poder es una tarea política incesante" (SyP-24)
El poder constituye, atraviesa, produce a los sujetos. El poder en fuerza en relación a otras fuerzas, energía actuante que recorre el campo social de un punto a otro. No es una forma (por ejemplo el Estado), sino que se expresa en toda relación; no sólo el represivo, sino que produce, incita, suscita; no se posee, se ejerce, sólo existe en acto, es, por lo tanto, un ejercicio.
No le interesa quién lo ejerce, sino como se ejerce, le interesa su forma de funcionamiento: cómo ejerce el poder el padre sobre el hijo poder, el capataz sobre el obrero; el médico sobre el paciente; el maestro sobre el alumno; el hombre sobre la mujer... El ejercicio del poder no será más que la capacidad de aceptar a nosotros este conjunto de acciones de uno para influir sobre las acciones de los otros. Por ello el poder no es esencialmente el ejercicio de la prohibición, sino el poder incita, seduce, induce, facilitó dificultad, amplia o limita....
Visto desde esta perspectiva las relaciones de poder no sólo impregnan nuestra historia, sino también nuestro presente, nuestra actualidad y se avizoran también en nuestro futuro; parecieran tener el peso de un destino.
Estas relaciones aparecen en todos y cada uno de los ámbitos en los cuales nos movemos; en los espacios de trabajo generando tensiones; en el espacio familiar, en las relaciones de pareja, en la mal llamada " intimidad ". Están presentes en cualquier ámbito, ya sea público o privado son una presencia constante siempre en juego, continuamente en movimiento. El poder es lo que pulsa toda relación.
Los espacios cotidianos se convierten en espacios de guerra, en espacios estratégicos; en ellos los enfrentamientos, luchas y tensiones son constantes y aparentemente sin sentido. Sin embargo, si sometemos a análisis esas relaciones cotidianas la mayoría de las veces connotadas por lo vulgar y lo mezquino, nos damos cuenta que poseen una lógica, que responden a un tipo de racionalidad.
Lo interesante de la propuesta foucaultina consiste en fijar la mirada en lo obvio y repetitivo que, por serlo tanto, difícilmente somos capaces de percibirlo y menos aún de analizarlo. Es difícil reparar en lo obvio, en aquello que por estar tan a la vista se vuelve imperceptible y nos lleva a olvidar su importancia singular, ya que son las relaciones de poder las que permiten y posibilitan reproducir una forma de dominio. Esas formas cotidianas, en las que no fijamos nuestra mirada, forman parte de una técnica específica del poder, son parte constitutiva del instrumental que el poder echa mano para llevar a cabo, con éxito, su ejercicio.
Si el poder es una relación de fuerza, la fuerza puede ser observada desde una doble dimensión: su capacidad de afectar o bien de ser afectada. La capacidad de afectar lleva implícito el ejercicio del poder, en tanto que el ser afectado provoca la capacidad de resistencia.
La resistencia, la respuesta de los sujetos al ejercicio del poder sobre sus cuerpos, sus afectos y afecciones, sobre sus actos y acciones, no es el reverso de las relaciones de poder, no es tampoco el hueco o el vacío que éstas podrían dejar, es parte constitutiva de las mismas. Donde hay ejercicio de la libertad, el grito del descontento, el silencio de la obstinación de una voluntad por durar.
La resistencia puede tomar las más variadas formas, puede jugar conforme la situación estratégica de cada momento de la lucha, el papel de adversario, de blanco de ataque, de apoyo o bien de paradigma. Es móvil, cambiante... aparece en distintos puntos del entramado social... podrán ser espontáneas o bien organizadas; salvajes o concertadas; gregarias o solitarias; violentas o timoratas; frontales y nobles o bien oscuras y rastreras; activas o pasivas... pero siempre hacen su aparición como el otro término necesario de la relación de poder...
Plenamente creativas forzando, por momentos, el ejercicio del poder; en otros evadiéndolo o soslayándolo; enfrentándolo, a veces de manera directa o tendiéndole una trampa, actuando por sorpresa, inesperadamente... desplazándose hacia espacios de revuelta inéditos; creando formas nuevas y diferentes de expresión; apareciendo bajo formas institucionalizadas, codificadas y permitidas, o bien haciéndose presente justamente allí, donde no se le esperaba. […]
<< Home