sábado, octubre 14, 2006

La inutilidad de levantar el muro
Antonio Rangel C.
Rebelión


El hombre sólo atina comprender lo que le interesa. Andan desenfrenados los países ricos del primer mundo levantando muros e instalando cercas cortantes y punzantes en la frontera mexicana, en Melilla y Ceuta y en toda legislación de control de inmigración, porque trashumantes indeseados están invadiendo sus territorios en forma galopante por encima de toda previsión. Levantan sus muros inexpugnables impotentes para que sean burlados al día siguiente por la avalancha incontenible, más allá de los muertos, más allá de los sacrificios, más allá del horror. Mientras tanto en foros, comisiones, estudios, tratados, acuerdos, los expertos se devanan desesperados los sesos para intentar comprender qué hay detrás del fenómeno sin encontrar una respuesta a mano. Los países ricos ven con angustia que la cuestión va tomando presión hasta empezar a convertirse en problema de estado. Recientemente masas enfurecidas de inmigrantes marginados incendiaron miles de símbolos del desarrollo en Francia, con repercusiones en otros países europeos y mas recientemente aún, multitudes que superaron toda previsión decidieron marchar por las calles norteamericanas para ratificar que existen y que cuentan y han contado a la hora de los balances económicos. Se siente en el ambiente que el problema crece, que es una bomba de tiempo que va a explotar muy pronto. Aparentemente, no comprenden los expertos qué sucede. Quizás la simpleza de la causa se les escapa de los enjundiosos estudios. No comprenden que esas hordas buscan errabundas lo que les ha sido hurtado en siglos de saqueo inmisericorde. Que están procurando recuperar las vidas arrancadas en vergonzosas esclavitudes, el oro, la plata, los diamantes, el petróleo, el gas, los metales valiosos, las piezas de arte y la cultura, la paz que les fuera arrebatada. Se equivocan quienes piensan que esos invasores buscan trabajo para enviar “remesas” a sus familias miserables. Buscan desesperados lo que les fue usurpado. Se equivocan los países ricos del primer mundo levantando muros y alambradas, entrenando perros para perseguir fugitivos en el desierto, propiciando los terribles naufragios de embarcaciones atestadas de esperanzas para pescarlas luego en las redes de los barcos pesqueros o recogerlas con estupor flotando en las playas de los balnearios. Esos trashumantes atrevidos van a continuar multiplicándose hasta cuando en sus países cese el hambre, el desempleo, la miseria y la ignorancia. Se detendrá la avalancha cuando los países ricos devuelvan con mejoramiento social y económico lo que en justicia le corresponde a los países pobres. Sólo el desarrollo humano, económico y social de los países pobres frenará las avalanchas y el peligro de las explosiones sociales que lo inmigrantes harán detonar, sin duda, en los países ricos.